La primera regla para conseguir que el conocimiento sea productivo es que este tiene que poner muy alta la mira para obtener grandes logros. Los pasos pueden ser pequeños e incrementales, pero la meta tiene que
ser ambiciosa. El conocimiento sólo es productivo si se aplica para lograr una diferencia vital.
En el kaizen japonés, por ejemplo, cada paso es pequeño –un cambiomenor aquí, una ligera mejora allá– pero la mira es producir por medio de mejoras sucesivas, unos pocos años después, un producto, un proceso o un servicio radicalmente diferente.
Para hacer productivo el conocimiento se requiere, igualmente, la explotación sistemática de oportunidades de cambio –lo que en un libro anterior llamé las “siete ventanas de la innovación”–. Estas oportunidades
tienen que ser igualadas por la competencia y las fortalezas del trabajador del conocimiento y del equipo del conocimiento.
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